Acaben con la guerra contra las drogas: no se debe recompensar al crimen
Los traficantes de drogas deberían estar preocupados de que se les vaya a evaporar el pan de cada día y se vean obligados a regresar a vivir con su madre...
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Richard Branson
Los traficantes de drogas deberían estar preocupados de que se les vaya a evaporar el pan de cada día y se vean obligados a regresar a vivir con su madre. La gente ha olvidado que, hace algunos decenios, la delincuencia por lo general no era una buena forma de ganarse la vida: fue después de iniciada la guerra contra las drogas cuando la cultura popular empezó a presentar el tráfico de drogas como el escape de la pobreza a la riqueza. Pero sólo unos cuantos criminales realmente se hicieron ricos y, como lo demuestran los autores de “Freakonomics” Stephen J. Dubner y Steven D. Levitt en su libro de 2005, muchos vendedores de droga callejeros viven con sus padres y tienen empleos de medio tiempo para llegar a la quincena. Otros estudios han demostrado que muchos de esos mismos trabajadores explotados son adictos empedernidos. Para suspender el flujo de dinero a los criminales de arriba, lo único que habría que hacer sería declarar el alto a la guerra contra las drogas y despenalizar el consumo de sustancias ilegales.
La guerra contra las drogas canaliza dinero precisamente a quien no debería. Cuando los funcionarios públicos tienen un programa de represión fuerte contra el crimen, los traficantes de narcóticos se benefician, ya que el precio de las drogas aumenta, mientras la demanda sigue siendo la misma. Esta es una industria que gana más de
US$ 300.000 millones al año.
Hasta hace poco tiempo yo pensaba, como piensa mucha gente, que la guerra contra las drogas era la mejor política para nuestra sociedad. Pero cambié de opinión poco después de haberme integrado en la Comisión Global de Políticas sobre las Drogas de Naciones Unidas, junto con el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, Javier Solana, ex jefe de la diplomacia de la Unión Europea, el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo y muchas otras personalidades.
Como empresa que evalúa nuevos negocios, nuestro equipo de Virgin suele examinar lo que da resultados en diferentes países, estudiando la forma de adaptar a los nuevos mercados las tendencias que dan resultados. En el caso de la guerra contra las drogas, nuestra comisión demostró que la clave es pasar a una estrategia de reducción de daños. Uno de los estudios más reveladores se concentró en la situación de Suiza, que en los 80 y 90 descartó la estrategia de ley y orden para adoptar políticas basadas en la salud pública.
Según las investigaciones de Martin Killas y Marcelo Aebi, de la Universidad de Lausana, los consumidores acendrados problemáticos, “fuertemente comprometidos en el tráfico de drogas y otras formas de delito, servían de enlace entre los mayoristas y los usuarios. Conforme los consumidores acendrados encontraban un medio estable y legal de satisfacer su adicción, se redujo su consumo de drogas ilícitas así como su necesidad de traficar con heroína. (...) Al haberse eliminado los adictos y vendedores locales, los consumidores casuales suizos tuvieron más dificultades para hacer contacto con los vendedores”.
Imagine usted que en su país no se encarcelara a los adictos, sino que se les tratara en clínicas. Imagine que su número estuviera reduciéndose. Que los departamentos de policía dieran por concluidos sus esfuerzos por atrapar a vendedores de bajo nivel y algunos de esos oficiales ahora estuvieran concentrándose en el crimen organizado. Muchos de ellos ahora estarían libres para trabajar en el patrullaje comunitario pues incluso los delitos menores de los adictos habrían disminuido. Que los fondos públicos adicionales se dedicaran a la salud y a programas sociales más que a las prisiones y al sistema judicial. Que, así como cuando terminó la prohibición en EEUU, el mercado negro se hubiera secado y las bandas criminales se hubieran marchitado. ¿Cómo tomamos una postura contra el crimen? Eliminando la conexión de los traficantes de drogas con sus mercados. Así que desconectemos ese enlace y salvemos vidas.